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04-08-2014

 

 

Moishe Postone Un marxismo para los movimientos sociales

SURda

Opinión

Facundo Nahuel Martín

 

 

No lo conozco, ¿quién es?

Se trata de un pensador marxista casi desconocido en la Argentina, pero que desde hace un tiempo cobró importancia en la discusión académica y política internacional. Moishe Postone es profesor de historia intelectual europea en la Universidad de Chicago. Nacido en Canadá en 1942, obtuvo su doctorado en Fráncfort en 1983 y ha dedicado buena parte de su trabajo a la historia y crítica del antisemitismo, pero sus contribuciones más conocidas son las relacionadas con su tesis doctoral, reformulada en el libro Tiempo, trabajo y dominación social , publicado en inglés en 1993 y traducido al castellano recién en 2006.

La fábrica está cada vez más rodeada de barrio

¿Qué motiva su pensamiento? Postone intenta analizar desde el marxismo el creciente descentramiento del trabajo proletario , que ya no parece ser el articulador fundamental de las luchas políticas y sociales ni el protagonista privilegiado de las agendas de la izquierda. Sostiene que la creciente tecnificación de la producción parece estar desplazando a cada vez más personas del ámbito del trabajo asalariado estable. Crecen entonces el precariado, la desocupación estructural, los patrones de contratación flexible y otros fenómenos por los cuales el trabajo asalariado tiene cada vez menos peso para definir la identidad y los proyectos de las personas. La lucha social ya no aparece monopolizada por los sindicatos fabriles sino que se expresa en una multiplicidad de movimientos sociales que se organizan desde otros ámbitos, como el territorio, se centran en las disputas en torno a la subjetividad o la identidad (movimiento LGBT, feminismo) o vindican la diferencia cultural (pueblos originarios).

Dos reacciones opuestas

Frente a esta situación encontramos normalmente dos respuestas simplificadoras.

1°) La respuesta del marxismo “ortodoxo”, cada vez más desacreditado, consiste en negar estos emergentes o relegarlos (con mayor o menor grado de delicadeza argumentativa) al estatus de “contradicciones secundarias”.

2°) Las miradas posmodernas, por su parte, caen en un pluralismo social según el cual el mundo actual se desgrana en una plétora de “luchas” e “identidades” contingentes no susceptibles de articulación bajo el eje de ninguna “contradicción fundamental”.

El trabajo

Postone ofrece una perspectiva estrictamente fundada en la obra de Marx, que no cae en el pluralismo posmoderno ni en la ortodoxia obrerista, sino que intenta dar una caracterización marxista de la crisis del trabajo abstracto como eje regulador de las sociedades contemporáneas. Por eso encontramos en su pensamiento las bases teóricas de un “marxismo para los movimientos sociales”, aunque por el nivel de abstracción de sus argumentos apenas los mencione.

Contra el capitalismo: abolición de la totalidad

Si partimos de que el trabajo abstracto es el núcleo de las relaciones sociales capitalistas,  la crítica del capitalismo es entonces la crítica del trabajo como mediador social de las relaciones entre las personas.

Por otra parte, el capitalismo produce una serie de formas de universalidad social alienada, que se contraponen a los individuos como poderes independientes y ajenos. Bajo su imperio la existencia en común de los sujetos se les opone como una realidad abstracta dotada de un movimiento automático. Lo que constituye al capitalismo en una sociedad opresiva no es únicamente la explotación de clase, sino la “forma de trabajo”: el trabajo dividido en concreto y abstracto, que gobierna las relaciones humanas imponiéndoles una legalidad aplastante para los individuos.

Postone reinterpreta la relación entre Marx y Hegel a partir de la noción de totalidad. La crítica madura de Marx no supone una inversión “materialista” y antropológica de la dialéctica idealista de Hegel, como la emprendida por Lukács. El trabajo creador de valor genera una totalidad porque se gobierna a sí misma mediante leyes autonomizadas, independientes de la voluntad de los sujetos. Por ende, la negación histórica del capitalismo no conllevaría a la realización , sino la abolición de la totalidad. El capital se erige en Sujeto de lo social precisamente por el aplastamiento de los sujetos particulares, a los que reduce a la impotencia histórica. En las antípodas de Lukács, para quien la emancipación es la realización de la clase proletaria como sujeto-objeto idéntico de la historia, para Postone la destrucción del capitalismo es la abolición de la totalidad social y del trabajo proletario.

Más riqueza, menos valor

El capitalismo posee una dinámica sistemática que conduce a una contradicción creciente entre riqueza por un lado y valor por el otro. Por tal razón, las empresas deben aumentar constantemente la productividad del trabajo, incrementando la composición orgánica del capital. Así, produce cada vez más riqueza material recurriendo proporcionalmente a menos trabajo humano, pero a la vez no puede prescindir del trabajo humano directo, porque éste es, justamente, la medida del valor; ya que las máquinas no crean valor adicional. De este modo, la generación de riqueza y la de valor entran en una contradicción que conduce a la crisis del trabajo proletario, es decir, a la desocupación estructural y al desplazamiento del trabajo asalariado. Entonces, la conclusión a la que llega Postone es que la crisis del trabajo proletario no es la causa de la crisis del marxismo, sino un signo de la crisis del capital que confirma vigencia del marxismo como teoría crítica de la sociedad.

La autodeterminación y los nuevos movimientos sociales

Postone desarrolla un análisis comprensivo de las formas de dominación social en el capitalismo. De esta manera, provee las bases para una interpretación marxista de los nuevos movimientos sociales (aunque él mismo no despliega en detalle esta interpretación). Estos movimientos se han incorporado como un nuevo actor de peso en la lucha social contemporánea (junto a otros actores históricos como los sindicatos). Su emergencia y protagonismo no deben interpretarse en términos pluralistas o posmodernos, sino que se vinculan a la lógica del capital y a sus mismas contradicciones estructurales. El carácter global de la lógica capitalista tiene implicancias para la forma de las relaciones entre las personas, los cambios en la subjetividad y la integralidad de las disputas políticas modernas. Podemos pensar, yendo un poco más allá de Postone, que los nuevos movimientos sociales propugnan una lucha en torno al proyecto ético y político de la autodeterminación individual y colectiva. Las políticas centradas en la diferencia y en la identidad (cultural, de género, etc.), la histórica lucha de los trabajadores contra la explotación y la multiplicidad de luchas contemporáneas que, sin estructurarse desde el taller o la fábrica, son indispensables para el proyecto socialista (la disputa contra la depredación capitalista de la naturaleza o la organización combativa de los trabajadores desocupados en los barrios humildes); toda esa multiplicidad de luchas puede vertebrarse en torno al proyecto de ampliar las capacidades de las personas para autodeterminarse individual y colectivamente. El capital, al imponer a la sociedad la dinámica ciega y automática del valor que se autoreproduce, refrena las posibilidades de que las personas decidan (individualmente y colectivamente) el destino de sus vidas. De esta manera, la autodeterminación social no puede ser plenamente realizada sin suprimir la forma capitalista de trabajo y su lógica totalista.

Extraido de revista Sudestada (http://www.revistasudestada.com.ar/) Moishe Postone (1942)

Tomado de: http://www.democraciasocialista.org/?p=3462


 
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